Photoshop: regresa la polémica
Photoshop: regresa la polémica
Cualquier persona que trabaje en comunicación conoce la importancia de una herramienta como Photoshop, un programa de edición de fotos que los profesionales de todo el mundo utilizan para hacer los necesarios retoques mágicos en sus diseños.
Su uso está tan extendido que ya nos resulta complicado aceptar una imagen sin haber pasado antes por el taller de chapa y pintura. Tanto que algunas de estas fotografías dejan de guardar parecido alguno con el original, y es aquí donde radica la polémica que en innumerables ocasiones rodea a esta herramienta.
De hecho, nos hemos acostumbrado a encontrar en prensa denuncias más o menos caldeadas de caras conocidas que se resisten a ver sus cuerpos y rostros manipulados hasta el extremo por algunos manos expertas en Photoshop. La última de ellas ha sido la actriz Lena Dunham, que es noticia estos días por la pequeña y elegante bronca, vía Instagram, a los editores de la revista Tentaciones, de El País.
Acompañada del titular “Lena Dunham está on fire”, la publicación muestra en una reciente portada una foto de la protagonista de Girls, conocida por mostrar abiertamente su cuerpo de medidas voluptuosas. En ella se aprecia fácilmente que el tipo de la actriz no solo ha sido retocado con Photoshop, sino que, directamente, no se corresponde en absoluto con su anatomía real. Dunham, en su línea de no callarse nada, insta a la revista a ser honesta en lo que se refiere a su persona y a mostrar su cuerpo tal y como es.
De nuevo se desata así la polémica sobre el uso incorrecto y excesivo del programa de Adobe, que parece tan propenso a cruzar la línea roja. Y surgen las preguntas. Entre ellas, ¿quién será la próxima celebritie en denunciar su abuso? O, ¿hasta qué punto están legitimados los editores de Photoshop a manipular el físico de estas a su antojo para responder a unos cánones de belleza que, obviamente, no todo el mundo comparte?
Nosotros, en Meridiad, somos muy respetuosos con lo que abrimos en nuestras pantallas y creemos que la herramienta no es conflictiva por sí misma, sino según las manos en las que caiga.